*O TAL VEZ NUNCA EXISTISTE, FUISTE MI
MEJOR INVENTO*
Confieso que la construcción de Urquiza
me está colmando los nervios, hace 8 meses que a las 8hs, arrancan los obreros
con el taladro y otras yerbas. Para
colmo, a falta de una, hay dos construcciones. Creo que ya sé todo lo que pude
aprender de albañilería. Los observo mientras me seco el pelo, los miro desde
mi ventana. Confieso que extraño
levantarme con el despertador, y no con este ruido, extraño el silencio de la mañana.
Agotada del ruido constante.
Pensando en esto, decidí escribir sobre
el Ruido dentro de nosotros mismos.
Sobre los gritos dentro del cuerpo, las
marcas, las heridas, la angustia, la falta de salud, el dormir mal, y la cura
actual de “Tomate una pastillita”. Ese ruido,
que hasta parece que algunos se acostumbran a tener. Ese ruido que no se apaga,
que no calma, y que muchas veces las
personas lo disfrazan de algo que no es.
Lo llenan, lo ocultan, lo tapan.
No lo tapes, porque cuando salga, será
peor.
RUIDO
Este hecho me hizo ruido.
Tenía
que hacer tiempo y me senté en un bar de la calle Moreno.
Tenia pensado simplemente tomar un cortado, y
ver mi agenda, no mucho más.
Lo
cierto es que la voz de una mujer me llamó la atención, así que levanté la cabeza
para ver quien elevaba la voz tan fuerte, y vi como ella discutía con un hombre que tenia enfrente
suyo. Yo los tenia a tres metros y si bien no se oía perfectamente, (ni era esa
mi intención) el cuerpo de esa mujer expresaba todo. Estaba enojada, que digo, estaba enfurecida.
Al flaco, que yo solo veía de espalda, (y
no era tan flaco, era más bien grandote),
se lo notaba tranquilo. Su cuerpo estaba distendido, como sabiendo que tenía
que escucharla. Y ella cada vez peor, movía sus manos, sus pulseras hacían
ruido a mucha velocidad, y repetía una y otra vez: ¿Por qué me haces esto?
Ella
explicaba una situación, se desgastaba su voz, analizaba, y se esforzaba
dejando toda su energía en poder expresar sus pensamientos, su bronca, su
dolor.
Escuché la frase: “ ¿Por qué me comparás
con tu ex mujer? ¿Por qué lo haces?
Él no contestaba. Y ella seguía gritando
indignada con mucha impotencia.
Cuento esto porque una lectura inicial es: “que loca la
mina como se pone”. Pero los que optamos por mirar más allá, el lado B de las
cosas, nos encontramos con más.
En este caso hay un otro que también la está poniendo así.
La ganas que tenia yo, de levantarme y
decirle a la mina: “No te hagas esto”.
No
te lo puedo explicar. Quería decirle: ¿Qué será lo que te retiene tanto en este
dolor? ¿Por qué no te vas y dejás de perder tu tiempo? ¿Por qué estas
haciendo tanto esfuerzo acá? ¿No ves que no funciona esto así? ¿No te das
cuenta como te estás sintiendo?
No lo hice. No me corresponde a mí
decirle a otro, y menos a un extraño, que está perdiendo el tiempo.
Solo con claridad, con el clima
despejado, con mucho sol, podrá darse cuenta, si se da el espacio de hacerlo,
de que toda su charla no valió la pena. Toda esa energía, ese malestar, no
valió la pena.
Cuando
veo esfuerzo en una pareja pienso, ¿Tanta lucha no te cansa?
La teoría de “Luchemos por nuestro Amor”,
la descarto totalmente.
Palabras como: luchemos, peleemos por esto, no
me suenan bien, ni fonéticamente ni simbólicamente. Prefiero: “Vamos para el
mismo lado”. Es una opinión.
Este hecho me llamó la atención porque me
vi en un bar cualquiera, sentada hace unos años, intentando que el otro me
entendiera exactamente de la misma manera.
Que
loco, a la distancia, me doy cuenta que la única que tenía que entender, era
yo. ¿Entender que? Que no tenía que estar ahí.
No pierdas tu tiempo. A veces simplemente
tenés que correrte, y no quedarte en lugares que te hacen daño.
Me hace ruido, cuando escucho que las
personas se despersonalizan, cuando se
conforman, cuando inventan y construyen torres de mentiras y de fantasías.
ME HACE MUCHO RUIDO QUE JUSTIFIQUEN TODO EL TIEMPO LO QUE NO SE PUEDE JUSTIFICAR.
Ahora mismo estoy en una pizzería de
Boedo, y me puse a escribir. Hace tres meses que dejé el texto ahí, y hoy lo
retomo. Hace frío, mucho. La gente no ve por donde camina, y no sabe llevar los
paraguas, creo que no perdí un ojo de casualidad.
Pensé, en que aunque esté nublado, para
mi sale el sol. Me costó, pero salió el sol.
El silencio de
poder escuchar lo que yo llamo la voz interior, y que los pensamientos, los
malos, los que abruman, se corran a un costado, hizo que pudiera volver a enfocarme.
Luego de horas de silencio y lograr
dormir algunas otras, volvieron la calma y las ganas de escribir.
Una amiga me dijo: -¿Qué necesitás? -Silencio.
El espacio para detenerme a pensar que
estoy haciendo, el para qué, el por qué.
Y
lo tuve.
Muchas personas no bajan su propia radio,
noté como la gente hace que escucha pero no escucha, o como simplemente están
como viviendo una vida, una situación y la cargan de muchas cosas, y muchas
emociones ficticias.
Observé mucho armado, mucha estructura y
poca verdad.
Demasiado tiempo sin escribir, demasiado
caos alrededor, demasiado insomnio.
Ahora que se calmó, ahora que di lugar,
ahora puedo escribir. ¿Será casualidad? Ayer, justo ayer, la construcción
terminó. Justo ayer el silencio y la calma volvieron a mí.
Que loco, yo me había acostumbrado al
ruido. ¿Por qué será que nos acostumbramos a lo malo? ¿Por qué será que nos
quedamos en lugares que no nos hacen felices?
Con esto había arrancado a escribir este
blog. Me pregunto una y mil veces ¿Por qué?
Pensé en las situaciones de mi vida, de
los míos, de los conocidos y de la gente que escucho, y una y otra vez me
pregunto: ¿Por qué muchas veces nos quedamos donde ya no estamos sonriendo? ¿Por
qué no saltamos de esos lugares de mierda que nos hacen tanto mal? ¿A qué le
tenemos tanto miedo?
Creo que más allá del mal mayor que es “el miedo a la soledad”,
pensé seriamente en cuales son las personas que logran escucharse realmente.
Una amiga mía me dijo: “Porque Amo”.
Bueno hermosa, haceme el favor, y amate a vos misma primero y no cedas tu
felicidad por nada. Porque yo no te veo sonreir. Así que comentame: ¿De qué te
sirve ese Amor?
Pensé que si te quedas en un lugar que no te hace feliz,
es porque no querés perder nada, y eso para mi es una locura. En toda decisión
hay una pérdida, porque estás decidiendo por algo. Si elegís A, no elegís B. No es tan complejo
“Costo - Beneficio”.
¿Acaso no querés sacrificar nada? ¿No querés
ceder? ¿Querés tener todo? Decidí y hacete cargo de lo que decidiste.
No
se puede tener todo sin estar perdiendo algo al menos.
Recuerdo tener dos amores en mi vida,
ir y venir, como cual adolescente que no
sabe que quiere, decidí quedarme con el que me brindaba “seguridad” y dejé ir a
quien yo creía mi verdadero amor. La seguridad se la llevó el viento, porque
nada de lo que creía sucedió, y mi gran amor me dejó de hablar por varios años.
La vida me lo puso en frente, y por fin,
pude decirle: “perdoname”. Pero él, muy tranquilo me dijo: No.
Yo le pregunté: ¿Por qué no? Me dijo:
porque con tus idas y vueltas, me rompiste el corazón.
Le dije: no tuve intención, fue sin
querer, inmadurez.
Bettina: si no sabías que hacer, sino
sabías que sentías, o que querías, No hubieras hecho nada. Lo que pasa es que no querías perder nada.
Es verdad, no quería perder nada, lo interesante,
es saber que perdí todo y más.
Muchas veces el niño de la ciudad de “Nunca
jamás” me hacía ver las cosas de una
manera muy sabia.
Aprendí que si no sabés lo que sentís, lo
que deseás, lo que querés, no tenés que hacer nada, hasta que tengas algo
claro, porque podes lastimar a otro.
Y
si teniendo “ruido”, avanzas, es porque el otro no te importa.
Es
porque solo te importa el no perder vos, y porque decís que hablas de “amor”
pero tus acciones, lejos, tienen que ver con el amor.
Yo creí que amaba, pero claramente, no lo
suficiente para no lastimar a la persona que en verdad quería.
No se cuando será el día que dejemos de
pensar en nosotros mismos, y realmente pensemos en el otro a la hora de brindar
amor verdadero.
No
se cuando será el día que aprendamos a amar de verdad, desde la entrega
absoluta, desde la sanidad.
No se si entendés lo que escribo, pero
seguramente alguien te lastimó y te dijo
que fue sin querer, como si eso cambiara las cosas.
Los Hechos no se cambian y las heridas
quedan.
No me pidas perdón, no me lastimes y
listo. Cuidame. No me digas que me amas, amáme. No me expliques lo que te pasó,
ponete en mi lugar.
Amá de verdad, no te ames a vos mismo y
que solo valga lo que a vos te pasa, porque hay un otro enfrente que te está mirando, que te
está viendo, que está depositando su confianza en vos y que te está dando el corazón.
No avances si no sabés. Y si lo haces,
avisale al otro donde está parado. Alertalo. Hablale y de esa manera, las cosas
serán distintas, porque es el otro el que decide seguir con vos… o no. La frase:
el que avisa no traiciona, es muy cierta.
Yo me equivoqué y ya no me justifico. Estuve
mal. Y más allá del perdón que pueda sentir, ya está, el daño ya lo hice.
Nuestras
acciones hablan de quienes somos, no lo que decimos, sino lo que hacemos.
Pensé en que quizás, en este mismo
momento, estás perdido, o perdida, pensé en que quizás, sentís confusión, y me parecía
bien decirte:“ Ey, pará!”
Quizás si de alguna manera dejamos de
hacernos daño por nuestras propias miserias internas, quizás si dejamos de
avanzar cuando no estamos seguros, por nuestros propios monstruos, quizás de
esa manera, el silencio avance, y dé lugar al espacio, a ese espacio verdadero,
que denota, que decanta algo hermoso: La Verdad.
La verdad del suceso verdadero.
El amor es eso hermoso, que se da casi
naturalmente.
Increíble cuando es sin lágrimas, sin celos enfermizos,
sin dolor, sin confusión constante, sin tanto esfuerzo.
Y florecen la risa, los nervios hermosos,
la transpiración de que algo está sucediendo, las miradas cómplices, y la
sanidad, resultado de que lo que haces, lo que decís y lo que sentís van de la
mano. El equilibrio justo.
El compañerismo, entendiendo que no siempre todo va a estar bien, pero teniendo la tranquilidad que hay un otro que está bancando.
Para brindarle paz al otro, tenes que
estar en paz con vos mismo, sino por más amor del mundo que tengas, no vas a
poder.
Apagá la radio, mirá al que tenes en
frente y preguntate una y mil veces
¿Vos que querés? Y ¿Y quién estás siendo?
Debo confesar que el edificio quedó
genial, y también que más de un obrero me vio en ropa interior cuando colgué la ropa en el tender del balcón, jamás reparé que mi balcón daba directo a su
retina.
No me preocupa, que me vean casi desnuda, me preocupa que me vean vestida
de mentiras y ocultándome de mis
verdaderos sentimientos, de miedos, y de confusiones.
“Guerrera del arco iris” / dedicado a mi
amiga Juliett por ser auténtica, por no venderse a nada. Pero más que nada, porque
no tiene miedo, porque no lastima, porque aclara, y porque se muestra
transparente desde el día uno.
No mucha gente puede decir lo mismo…
Bet